sábado, 30 de julio de 2011

Límites

Keith Chesterton dijo: "El juego de ponerse límites a sí mismo es uno de los placeres secretos de la vida".

Podríamos discutir si es realmente un placer oculto o no, pero lo que está claro es que es algo más que habitual y que coarta nuestra verdadera voluntad. Algo muchas veces irracional y que nos ha sido impuesto poco a poco, ya sea por los demás o simplemente por nuestro subconsciente. Porque, si repites mil veces una mentira, se acaba convirtiendo en verdad.

Había una vez un elefante que, desde pequeño, vivió en un circo. Para mantenerlo controlado, le ataron una soga a la pata y amarraron la misma a una pequeña estaca previamente clavada en el suelo. Para el pequeño elefante era imposible zafarse de ella, así que se rindió y asumió que era demasiado para él. Con el tiempo, el elefante fue creciendo, hasta ser un adulto, un animal enorme. Sin embargo, seguía atado exactamente a la misma estaca, una pequeña estaca que podría arrancar con un sólo movimiento de pata. Pero, aún así, no lo hacía. ¿Por qué? Porque era imposible. No realmente, claro, pero su mente le decía que así era. Para él, estaba claro que la estaca le había superado y que cualquier intento sería inútil, puesto que no sería capaz de ello.

Nosotros tenemos cientos de estacas en nuestras vidas, estacas que no son tan grandes como pensamos y de las que podríamos librarnos con un poco de fe y confianza. Sin embargo, nos autoimponemos unas limitaciones y nos negamos a salir de ellas. Muchas veces, como dije en anteriores entradas, por miedo.

Hay veces que tenemos una certeza absoluta de que vamos a fallar. Pero nos equivocamos. Igual que el elefante. Quien no arriesga, no gana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario